Trabajadoras informales, claves en la recuperación

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Los gobiernos de países de bajos ingresos tienen la oportunidad de tomar medidas decisivas para apoyar a estas mujeres y dar un empujón a sus economías.

MELINDA FRENCH GATESLondres / 20.04.2022 02:19:19

Hace años, visité una provincia rural en India y conocí a un grupo de mujeres agricultoras que formaban parte de lo que los economistas llaman “la mano de obra informal”. Eran la columna vertebral económica de su comunidad. Estas mujeres reunieron su dinero y compraron semillas para mantener a sus familias y a las demás. Su trabajo duro contribuyó en gran medida a la economía de su país, al igual que el de los otros 2 mil millones de trabajadores informales del mundo.

Estas agricultoras no estaban empleadas por ninguna empresa y no ganaban una remuneración regular. Probablemente no aparecían en las estadísticas laborales del gobierno. Cuando el covid golpeó, muchas de ellas utilizaron sus habilidades para ayudar a sus comunidades y países a superar la pandemia. Pero, como suele ocurrir, los gobiernos a menudo pasaron por alto y subestimaron sus contribuciones. Económicamente, perdieron más que casi todos. En un análisis de 10 países realizado en 2020, las pérdidas de empleo fueron de dos a tres veces mayores entre los trabajadores informales que aquellos que tenían un empleo formal. Y no tienen ninguna red de seguridad a cual recurrir: ni permisos por enfermedad con derecho a pago ni seguro de desempleo.

El mundo tiene ahora una gran oportunidad de mejorar. Si los líderes —incluidos los ministros de Finanzas que participan en las reuniones del Banco Mundial y el FMI de esta semana— sitúan a las trabajadoras informales en el centro de sus planes de recuperación económica, saldarán una enorme deuda. Es más, también podrán conseguir que sus economías crezcan más rápidamente.

Cuando las mujeres que trabajan en campos, mercados y hogares de todo el mundo pierden sus medios de subsistencia, por supuesto que ellas y sus familias sufren. Pero las economías también. El trabajo informal representa 60 por ciento del empleo global. En África e India, hasta nueve de cada diez mujeres son trabajadoras informales.

En este momento, gracias a los 93 mil millones de dólares que recientemente movilizó la Asociación Internacional de Fomento del Banco Mundial, los gobiernos de los países de bajos ingresos tienen la oportunidad de tomar medidas decisivas para apoyar a estas mujeres y dar un empujón a sus economías.

En primer lugar, los países deberían invertir en el cuidado de los niños. Esto es de sentido común: cuando se cuida a sus hijos con seguridad, más mujeres pueden volver a la fuerza de trabajo o iniciar un nuevo negocio. En total, Eurasia Group calcula que ampliar el acceso a las guarderías para las familias que actualmente no lo tienen podría aumentar el producto interno bruto mundial en más de 3 mil millones de dólares. En la Fundación Gates estamos invirtiendo en el Fondo de Incentivos para el Cuidado Infantil del Banco Mundial, que ayudará a los gobiernos a financiar modelos prometedores.

En segundo lugar, los países deberían destinar recursos financieros, entre ellos las transferencias de efectivo, a mujeres, cuyos activos en su mayoría fueron arrasados por el covid. Para apoyar el crecimiento económico, los países deben aumentar el acceso al crédito asequible para mujeres, que a menudo no pueden obtener el financiamiento necesario para iniciar y hacer crecer sus negocios. Ampliar los préstamos bancarios y dirigir los fondos a empresas colectivas como la que vi en la India puede dar un giro a esta historia, proporcionando liquidez, reconstruyendo activos y fomentando el crecimiento, especialmente en el sector privado.

En tercer lugar, los países deberían utilizar mejor los datos para hacer un seguimiento de los retos y los progresos. Para resolver un problema, hay que poder verlo. Con demasiada frecuencia, los líderes no entienden cómo las mujeres están sufriendo de forma desproporcionada y cómo eso afecta a las economías, porque no es así como desglosan sus datos. Al desglosar sistemáticamente los datos económicos y de desarrollo por sexo y otras características clave, los países pueden obtener una imagen más completa y, en última instancia, diseñar políticas más eficaces. En México, la información recopilada a lo largo de varios años en el sector financiero y las encuestas a los ciudadanos permitieron a los líderes ver, y luego reducir, las brechas en el acceso de las mujeres a los servicios financieros.

Cuando a las niñas afganas desesperadas por aprender se les prohíbe ir a la escuela y las mujeres ucranianas embarazadas salen a trompicones de los hospitales de maternidad bombardeados, es difícil pensar en otra cosa. Son atrocidades graves. Y no están totalmente desconectadas del abandono económico de las mujeres. Cuando construimos un mundo en el que los más alejados de las oportunidades económicas tienen la misma oportunidad de prosperar y liderar, construimos un mundo más pacífico y más resistente a los conmociones.

Mientras los líderes mundiales buscan soluciones a los crecientes retos financieros, sanitarios y de seguridad, no deben pasar por alto a las trabajadoras informales que sostienen sus sociedades de forma innumerable y a menudo invisible. Estas personas pueden ser el motor de nuestra recuperación mundial. Debemos verlas. Pero más que eso, debemos apoyarlas, con acciones, no solamente con palabras.

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